En 2018, el peso mexicano se depreció 0.12 por ciento o 2.4 centavos, cerró cerca de 19.68 pesos por dólar, tocó un mínimo de 17.9401 pesos y un máximo de 20.9605 pesos, todo por la incertidumbre causada por aspectos internos y externos.
La moneda mexicana mostró una volatilidad anualizada de 12.89 por ciento, por arriba de la volatilidad de 11.85 por ciento observada en 2017.
Durante 2018 se puede decir que el tipo de cambio estuvo determinado por la incertidumbre en relación a diferentes temas.
Por un lado, hubo incertidumbre con respecto al futuro de la relación comercial entre México y Estados Unidos mientras se renegociaba el aún vigente TLCAN, del cual posteriormente se alcanzó un nuevo acuerdo trilateral, el T-MEC.
A partir de entonces, la incertidumbre consistiría en la aprobación del T-MEC por parte del Congreso estadounidense.
En Noviembre, el Partido Demócrata obtuvo mayoría en la Cámara de Representantes, por lo que hacia adelante podría intentar bloquear la aprobación del nuevo acuerdo, con el objetivo de no otorgar una victoria política a Donald Trump, y esto seguirá como un tema relevante en 2019 y una fuente de incertidumbre.
En el año también hubo mucha incertidumbre sobre el futuro de la relación comercial entre China y Estados Unidos, luego de que la administración de Trump inició una guerra comercial gravando más del 50 por ciento de las importaciones provenientes del gigante asiático.
Al cierre del año, parece existir un acuerdo para ir reduciendo los aranceles, pero la baja predictibilidad del gobierno de Estados Unidos en relación a la guerra comercial ya ha afectó negativamente las expectativas de crecimiento de China y de la economía global, lo cual ha sido puntualizado por organismos internacionales y podría afectar negativamente a los precios de las materias primas y en consecuencia, el crecimiento de las economías emergentes.
En el año, el desempeño del tipo de cambio se puede dividir en cuatro partes, cada una correspondiente a cada trimestre del año.
En el primer trimestre, el peso se apreció 7.52 por ciento o 1 peso y 47 centavos, ante el optimismo que existió por los avances en la renegociación del TLCAN.
Al inicio del segundo trimestre, el tipo de cambio tocó un mínimo en el año de 17.9401 pesos por dólar, todavía como parte de la inercia del primer trimestre, para subir a un máximo en el año de 20.9605 pesos por dólar el 15 de Junio, en la antesala a las elecciones presidenciales en México, comportamiento característico de otros años electorales.
En balance, el peso se depreció 9.5 por ciento o 1 peso y 72 centavos durante el segundo trimestre.
En el tercer trimestre, el peso se apreció 5.98 por ciento o 1 peso y 19 centavos, por los esfuerzos de comunicación del gobierno electo y luego de que se alcanzó un acuerdo preliminar entre México y Estados Unidos en materia comercial, al cual posteriormente se sumó Canadá.
Finalmente, en el cuarto trimestre, el peso se depreció 5.1 por ciento o 96 centavos, ante la toma de decisiones por parte del gobierno electo, alejadas de la ortodoxia económica, como la cancelación no oficial del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), las iniciativas en el Congreso de eliminar comisiones bancarias y regular las concesiones mineras, así como un cambio en el modelo de negocio de Pemex, enfocado a la refinación y no a la extracción y exportación de crudo, lo que en el futuro probablemente llevará a observaciones por parte de agencias calificadora
A pesar de la incertidumbre que dominó al mercado durante el año que termina, el peso mexicano finaliza como una de las divisas con menores pérdidas en la canasta de principales cruces frente al dólar y entre las divisas de economías emergentes, debido a las mayores tasas de interés que ofrece el mercado local y a que en otras economías en desarrollo se presentaron serias amenazas para el crecimiento económico y la estabilidad financiera, principalmente en Argentina, Turquía, Brasil, Rusia y Sudáfrica, cuyas divisas sufrieron un castigo mucho mayor.