Los efectos adversos a la pandemia del Covid-19 en la economía mexicana están a la vista, y antes de que se manifiesten de manera contundente, el gobierno debería pensar en soluciones que incluyan al sector privado para enfrentar los fuertes embates económicos que seguramente se harán presente en el corto plazo, advirtió el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

La fuerte incertidumbre y el pánico abaten los mercados financieros ante el efecto económico que está generando el coronavirus en el mundo.

Asimismo, el tipo de cambio del peso se ha depreciado fuertemente y su cotización superó los 24 pesos por dólar.

El Banco de México (Banxico) anticipó su decisión de política monetaria y bajó en medio punto porcentual su tasa de interés el viernes 20 de Marzo, una semana antes de la reunión programada de la Junta de Gobierno.

“Es probable que pronto la junta de gobierno del Banco vuelva a considerar decisiones acerca de la tasa de política monetaria”, especificó el CEESP.

El Banco central de nuevo enfrentará el dilema que seguramente enfrentó el viernes pasado: por un lado, que la carga financiera para las empresas es elevada por el nivel actual de las tasas y quizá sea necesario reducirla como parte de un esfuerzo que posiblemente se de a fin de apoyar la actividad económica y proteger el empleo en el difícil contexto que se anticipa en el futuro previsible.

Por el otro, reducir las tasas parecería ir a contracorriente cuando la inversión financiera en el mundo se aleja del mundo emergente para buscar refugio en mercados más desarrollados.

Además, el mercado petrolero sigue las mismas tendencias a la baja y reporta precios internacionales del crudo en niveles considerablemente bajos, que evidentemente tendrán un impacto en los recursos del sector público este año, a pesar de las coberturas petroleras, que al parecer solamente cubrirían un tercio de la producción total.

Actualmente la mezcla mexicana ronda los 15 dólares por barril, 34 dólares por debajo del pronóstico oficial para este año.

Congruentemente con el significativo deterioro las perspectivas del entorno económico global en las últimas dos semanas, los pronósticos de crecimiento para la economía mexicana en 2020 se han corregido a la baja en una magnitud considerable que llegan hasta menos 4.5 por ciento en el caso de Bank of America.

Las revisiones a la baja se están generalizando y “ahora, más allá de anticipar su impacto, que será en diversos ámbitos de la economía, es fundamental considerar posibles soluciones o políticas que contribuyan a mitigar los efectos adversos sobre la población”, enfatizó el CEESP.

Destacó que el sector privado está comprometido a evitar al máximo de su capacidad las pérdidas de empleo ante una actividad productiva que sufrirá, al punto de literalmente cancelarse en algunos casos, y a mantener el suministro de bienes y servicios tanto como sea posible.

“Pero también deberán tomar parte las autoridades mediante políticas decididas y estímulos que mitiguen la pérdida de empleos, protejan el consumo y faciliten la inversión”, enfatizó.

Apuntó el sector privado la necesidad de políticas contra cíclicas. “El gobierno debe necesariamente estar dispuesto a renunciar temporalmente a algunos de sus ingresos a fin de mitigar las presiones financieras que la crisis impondrá a familias y empresas”.

Asimismo, el aumento temporal de gasto público debe ser compensado, al menos parcialmente, con reducciones en otros rubros que en esos momentos no sean prioritarios.

El gobierno podría aprovechar para eliminar proyectos que, si bien nunca han estado justificados, en las circunstancias actuales parecen de plano superfluos, consideró el CEESP.

“En este grupo están el tren maya, la refinería de Dos Bocas y el nuevo sistema aeroportuario que pretende sustituir al de Texcoco. Más aun, ello daría un golpe de timón a la política económica que con toda certeza restituiría la confianza a la inversión” subrayó el sector privado.

La política fiscal contra cíclica significaría posponer la meta de un superávit primario para este año, lo que resulta riesgoso para la economía, ya que el “equilibrio fiscal” percibido por los inversionistas (financieros) es uno de los (dos) elementos que los mantiene interesado en el país (además de las atractivas tasas de interés).

“Ahora más que nunca es indispensable facilitar la inversión, para mantener la actividad productiva del país y con ello proteger lo más posible la planta laboral formal de las empresas. Permitir el acceso del sector privado en proyectos de energía a través del Acuerdo entre el Sector Privado y el Gobierno, representa un factor importante para minimizar los efectos negativos en el crecimiento económico”.

Advirtió que puede ser que por el bajo precio del crudo, la inversión privada en este campo no aflore por el momento (aunque seguramente se empezarían a preparar proyectos para cuando sea rentable), pero la generación de energía eléctrica es atractiva para la inversión y, más importante, es necesaria.

La decisión de alentar la inversión en generación eléctrica es obvia, es un ganar-ganar. Asimismo, algunos estímulos fiscales como los que propone el CCE les vendrían bien a las empresas para mitigar el ajuste en el empleo que se ve venir a todas luces.

No hay duda de que, ante la emergencia sanitaria, México requiere de una participación conjunta de todos los sectores, a fin de tomar las mejores decisiones en materia de salud y crecimiento y obviamente también con respecto a seguridad y educación públicas, a fin de mejorar el bienestar de los todos hogares, aseguró el CEESP.

Por Miguel Ramirez

Nacido en la CDMX, egresado de la FCP y S de la UNAM. Inicie en 1992 en periodismo tecnológico y después migré a la parte económica y financiera. Aficionado a la NFL y vaquero de corazón. Otros deportes son el Basquet (Knicks), Tenis; fut de Champions League...