En la antesala de las negociaciones para determinar el salario mínimo en el 2020, se advirtió por parte del sector privado que un aumento “significativo” podría tener consecuencias nocivas para la generación del empleo formal y de la actividad económica.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) señaló que en el ambiente de desaceleración el empleo siguió una tendencia positiva en un ambiente de incertidumbre.
Del segundo trimestre del 2018 al mismo periodo del presente año, la población ocupada aumentó en un millón 151 mil 462 personas, de los que 52 por ciento se colocaron en la formalidad.
“La ocupación aumenta, la desocupación se mantiene en niveles prácticamente congruentes con el pleno empleo y, al menos en el margen, la formalidad laboral asciende”, afirmó el CEESP.
Sin embargo, los niveles de bienestar de los hogares no mejoran significativamente. La calidad del empleo se ha deteriorado de manera importante, especialmente por el lado del ingreso, destacó el sector privado.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) se tienen 61.1 millones de personas con un ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos.
La la línea de pobreza por ingresos equivale al valor total de la canasta alimentaria y de la canasta no alimentaria por persona al mes.
Por su parte, el Inegi señala que la Tasas de Condiciones Críticas de Ocupación, que se refiere a la población ocupada que se encuentra trabajando menos de 35 horas a la semana por razones de mercado, más la que trabaja más de 35 horas semanales con ingresos mensuales inferiores al salario mínimo y la que labora más de 48 horas semanales ganando hasta dos salarios mínimos se mantiene en niveles históricamente altos: poco más de 10 millones de personas, y representa el 19 por ciento de la población ocupada.
Desafortunadamente las cifras indican que la capacidad para generar nuevos empleos de calidad y mejor remunerados se debilita.
Los nuevos puestos de trabajo se concentran en los niveles salariales más bajos, agudizan la precariedad del mercado laboral y con limitado impacto en la dinámica del consumo. Todo esto se relaciona con la debilidad del aparato productivo y de la escasa inversión.
En virtud de que próximamente comenzarán la negociaciones -formales e informales- para actualizar los salarios mínimos para el siguiente año, al parecer hay diversas organizaciones interesadas en lograr un aumento sustancial que continúe mejorando el poder adquisitivo del salario mínimo.
“No obstante, un incremento significativo en el salario mínimo podría deteriorar la actividad económica”, advirtió el CEESP.
Argumentó que en el entorno actual de debilidad de la economía, un aumento significativo al salario resta competitividad a la planta productiva, en razón de que es difícil que aumente la productividad laboral en un entorno de desaceleración.
“De considerarse un aumento al salario muy sustantivo podría inclusive afectar el nivel de empleo, sobre todo en el sector formal”, especificó.
El CEESP indicó que se requiere un enfoque prudente de la política pública para garantizar que los aumentos salariales sean concomitantes a la productividad.
Ante esta situación, es necesario que las autoridades, sindicatos y empresas sean cautelosas sobre la decisión de aumento al salario mínimo, en el sentido de que debe ser congruente con la evolución de la productividad de la economía.
“De ser así, esto evitaría poner un obstáculo adicional al crecimiento de la economía y evitar poner en riesgo el objetivo inflacionario. Además, ofrece una salvaguarda de la competitividad de la economía mexicana, ya que esta debe ser la prioridad dada la situación actual de incertidumbre y desaceleración global”, consideró el CEESP.