El incremento del 20 por ciento al salario mínimo de ahora en adelante debe realizarse con prudencia para evitar efectos nocivos en la competitividad del país, la formación de precios y evitar el aumento de la informalidad, advirtió el sector privado.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) reconoce la importancia de recuperar el poder adquisitivo del salario mínimo, sin embargo, debe basarse en el aumento de la productividad.
Agregó que el incremento del 20 por ciento al salario mínimo “fue bien recibido prácticamente por todos los sectores” para que se logre una recuperación del poder adquisitivo.
La opinión del gobierno, con la que coincide el sector privado organizado, al menos en su mayoría, es que este ajuste no tendrá ninguna consecuencia en la formación de precios, ya que la experiencia de este 2019 cuando se elevó 16 por ciento, así lo dicta.
Por su parte, el Banco de México (Banxico), en su informe trimestral que publicó el 27 de Noviembre, anticipó que uno de los principales riesgos inflacionarios sería el de “Aumentos salariales por encima de las ganancias en productividad y que ello genere presiones de costos”, advertencia muy relevante, particularmente en lo que se refiere a los salarios de la economía en su conjunto, que van mucho más allá del mínimo.
“Los salarios contractuales vienen creciendo anualmente en alrededor de 2 puntos porcentuales por arriba de la inflación, en un entorno en el que la productividad de la economía cayó considerablemente desde el 2000 y permanece prácticamente constante desde 2011, así como la productividad del factor trabajo sigue en descenso desde principios de 2017”, afirmó el CEESP.
El costo unitario de la mano de obra en México se ha elevado en más de 15 por ciento desde 2014, lo que resta competitividad a la economía, destacó el sector privado.
Destacó que la holgura que la economía ha mostrado gracias a la que los aumentos significativos al salario mínimo no han tenido mayores consecuencias no durará mucho tiempo.
Ante este escenario “la política pública debe cuidar que los aumentos salariales sean congruentes con la productividad, como lo recomienda la teoría y la práctica económica general y que los costos laborales no resten competitividad a la industria”, recomendó el CEESP.
Señaló que las autoridades, sindicatos y empresas deben ser cautelosas en el momento de decidir los ajustes del salario mínimo en los próximos años, ya que no se vislumbra un aumento en la formalidad por este mejoría del mínimo.
El salario es un precio, importante y con más implicaciones que otros, pero finalmente un precio que debe ser congruente con las fuerzas del mercado y que es peligroso administrar centralmente.
“Si los salarios se elevan más allá, el resultado es mayor inflación y menor competitividad”, afirmó el CEESP.