En el tema del desempleo juvenil no hay balas de plata, por lo que este problema no se podrá resolver con una única intervención, ni sólo con un programa hacia una población objetivo específica, enfatizaron especialistas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Obviamente siempre se prefiere una solución más integral, pero reconocemos el esfuerzo que está haciendo el Gobierno actual para que esos jóvenes puedan tener una experiencia laboral, porque muchas veces para ellos es un problema poder insertarse al mercado laboral”, manifestó Noémie Feix, analista de la Oficina Nacional de Empleo de la OIT.
A su vez, en conferencia de prensa acerca del Panorama Laboral 2018, Hugo Ñopo, Especialista Regional en Economía del Trabajo de la OIT, reiteró que en materia de desempleo juvenil no hay balas de plata, y agregó que se trata de un problema multidimensional, no sólo económico.
“Trasciende lo económico, trasciende el mercado de trabajo; tiene que ver con la formación que traen los estudiantes desde antes, desde sus sistemas educativos, y tiene que ver con una serie de desarrollo de actividades cognitivas y socio-emocionales que hacen que los jóvenes sean empleables”, subrayó.
Asimismo, Gerardina González Marroquín, Directora de la Organización Internacional del Trabajo de la OIT para México y Cuba, indicó que hay muchas formas en las cuales puede haber políticas públicas para promover la inserción laboral de los jóvenes en el mercado de trabajo.
Citó que el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” tiene algunas características como que por una parte se refiere a 2 millones 300 mil jóvenes a los que se les ofrece una pasantía o una experiencia laboral en empresas, mientras que otro componente son 300 mil jóvenes a los que se va a apoyar para que estudien y se capaciten.
“La experiencia de inserción en las empresas habría que calificarla quizás como una oportunidad para darles a los jóvenes una experiencia laboral. No se puede considerar que es un empleo pleno, porque los jóvenes están casi en calidad de aprendices o de estudiantes dentro de las empresas.
“De hecho van a tener una remuneración que les va a pagar el Gobierno y van a tener una protección, un seguro equivalente al que tienen los estudiantes, entonces ellos están en una etapa de aprendizaje, pero no podríamos considerarlos como trabajadores plenos”.
Dijo que este programa habría que completarlo con algunas actividades de formación profesional o de formación dual o de habilitación para el trabajo, de tal manera que al cabo del año, el joven salga mejor formado para el trabajo.
A su vez, Noémie Feix señaló que desde la OIT siempre hay la visión de que para que los jóvenes puedan ingresar y permanecer en el mercado laboral, en empleos de calidad, es necesario encontrar soluciones integrales y también diferenciadas de acuerdo con el perfil de los jóvenes.
“Como lo entendemos, se trata de un programa cuya población objetivo son jóvenes que no estudian ni trabajan, pero el problema del desempleo juvenil va más allá de esta población objetivo. Por ejemplo, hay jóvenes que ya están estudiando, pero también enfrentan dificultades para insertarse al mercado laboral.
“Muchas veces eso se debe a un desajuste entre las habilidades con las que se gradúan, y las necesidades del mercado laboral, de las instituciones, de las empresas”, enfatizó.
En este contexto, Hugo Ñopo señaló que si fuese a dar una sugerencia adicional al conjunto de lo que ya se ha mencionado, daría un énfasis especial a la transición del mundo de la escuela al mundo del trabajo, a la que en general la sociedad todavía no le ha prestado muchísima atención.
Destacó que el vínculo entre el mundo de la escuela y el del trabajo es el desarrollo de las habilidades, y que ante ello, “deberíamos vincular ambos mundos a través de la manera en que nuestras sociedades hacen el desarrollo de sus habilidades.
“Deberíamos consolidar la generación de habilidades, la transmisión de habilidades en el mundo de la escuela, para que éstas estén mejor alineadas a aquello que se necesita en el mundo del trabajo.
“Esto es mucho más fácil de decir que de hacer, porque el mundo del trabajo se mueve muy dinámicamente y el de la educación es mucho más inercial; entonces generar estas compatibilidades va a ser un reto enorme, pero es el camino que se debe seguir”, enfatizó Ñopo.
En este contexto, Gerardina González Marroquín manifestó que en los próximos 10 o 15 años cuando la tecnología está cambiando tan rápidamente, dicha vinculación no es fácil.
“Pero en teoría, lo que hay que hacer, es saber cuáles serán las necesidades que van a tener las empresas, para así formar a los jóvenes con las habilidades que se van a requerir en el futuro, de tal manera que cuando estén graduados, se inserten fácilmente porque se está respondiendo a las necesidades de las empresas.
“Eso no ocurre con facilidad, y no ocurre por muchas cosas. La prospección es difícil, pero también es difícil la modernización y la adecuación de la educación con la celeridad que el mercado de trabajo requiere, y ese es un tema importante”, subrayó.
Asimismo indicó que hay otros aspectos ya más referidos a políticas macroeconómicas, de estrategia de desarrollo y de políticas de desarrollo productivo, que el país podría y debería adoptar.
“Fíjense que decimos el país, no el Gobierno, porque deberían ser políticas de largo plazo que nos lleven a desarrollar áreas y estrategias de industrialización, de tecnología de punta y de generación de empleo.
“Políticas de fomento del empleo, que deberían estar decididas de antemano para responder tanto a las necesidades de creación de empleo que se irán presentando, como hacia donde se vayan orientando las empresas y hacia donde se debería orientar México como país”, concluyó.
Cifras de Desocupación Juvenil en América Latina, señal de alarma
Por otra parte, Hugo Ñopo detalló que en América Latina la tasa de desocupación juvenil triplica a la tasa de desocupación adulta, y agregó que 1 de cada 5 jóvenes está buscando trabajo y no lo encuentra.
“Esta es una señal de alarma, porque es una amenaza presente a las expectativas de millones de jóvenes cuyas aspiraciones de movilidad, eventualmente se ven truncadas.
Dijo que en esta desocupación juvenil existe una altísima heterogeneidad, dado que México está casi en el extremo izquierdo de la tabla, con tasas de desocupación juvenil cercanas al 7%.
“Entonces de repente para México este mensaje ya necesita tener ciertos matices; necesita ser tomado desde otros ángulos. La tasa de desocupación juvenil probablemente no signifique una señal de alarma en México, pero entonces toca prestar atención a la calidad de los empleos que tiene el 93% de jóvenes que sí han conseguido empleo.
“Ya la pregunta pasa de la cantidad (Tasa de Desempleo o Tasa de Empleo), a la calidad, y entonces hay que preguntarse cuántos de estos jóvenes tienen ingresos por encima del salario mínimo, o cómo están en términos de formalidad y de cobertura de ciertos derechos laborales”.
A su vez, Noémie Feix destacó que esa tasa del 7% de desempleo juvenil en México es de las más bajas de la región para los jóvenes de 15 a 24 años.
“Sin embargo, si se considera nada más las cifras y la tasa a nivel nacional, esa tasa de desocupación juvenil todavía sigue siendo el doble o casi el triple de la tasa de desocupación de los adultos.
“A nivel general la Tasa de Desocupación es cercana al 3.0%, y para los jóvenes todavía tenemos un 7.0% de desempleo, lo cual tiene implicaciones para ellos en cuanto a su inserción en el mercado laboral, pero también hay que tomar medidas, porque se pueden desalentar e irse a los empleos informales, y la informalidad laboral podrían aumentar todavía más.