El principal riesgo para el tipo de cambio peso-dólar será siempre un menor flujo de divisas por menores exportaciones, remesas y/o salidas de capitales, lo que no se vislumbra para el año entrante.
Esto implica que el principal riesgo no es una recesión leve en Estados Unidos, sino la expectativa de menores exportaciones por sanciones comerciales o una recesión en Estados Unidos que se agrava, fugas de capitales por recortes en calificación crediticia o alta aversión al riesgo global o sobre México y un menor diferencial o expectativa de menor diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos.
Bajo el escenario de sanciones comerciales fuertes, el tipo de cambio podría subir a 21 pesos por dólar, mientras que una salida del T-MEC o aranceles de 25 por ciento, pérdida del grado de inversión de la deuda soberana de México, políticas económicas internas que generen incertidumbre, recesión fuerte en Estados Unidos, escalamiento en la guerra o disminución del diferencial de tasa de interés entre México y Estados Unidos, podrían provocar depreciaciones mayores al 10 por ciento.
Sin embargo, son escenarios que por lo pronto tienen baja probabilidad de ocurrencia.
Los periodos en los que el peso mexicano se ha depreciado en el pasado de manera significativa, con un 10 por ciento o más es porque han tomado por sorpresa al mercado o han afectado el potencial de recepción de divisas de México.