La desaceleración económica no afecta la creación de empleo, pero si la calidad, que se requiere para que más de 10 millones eleven su condición de vida, destacó el sector privado.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) señaló que la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) que publica el INEGI, reveló que los niveles de ocupación continuan aumentando, pero hay señales significativas que apuntan a un deterioro de la calidad del empleo.
De acuerdo a la ENOE al segundo trimestre del año, la población ocupada en el país sumó un total de 54 millones 936 mil 719 personas, lo que significó un aumento de un millón 151 mil 462 ocupados respecto al mismo trimestre del año pasado.
Esto contribuyó para que la población desocupada, que comprende a las “personas de 15 y más años de edad que en la semana de referencia buscaron trabajo porque no estaban vinculadas a una actividad económica o trabajo“, representara sólo el 3.5 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), porcentaje que se mantuvo sin cambio respecto al trimestre previo.
En términos absolutos, el número de desocupados sumó un total de 2 millones 014 mil 496 en el segundo trimestre del presente año, con lo que además de representar un aumento de 156 mil 336 personas, respecto al mismo periodo de 2018, fue su nivel más alto desde el tercer trimestre del 2016.
“La única manera de reducir la pobreza en forma duradera es la creación de empleos, pero también es importante estos sean de la mayor calidad posible, por ejemplo, que tengan un registro formal con jornadas laborales e ingreso suficiente que permita satisfacer las necesidades familiares y que cuente con servicios de salud”, especificó el CEESP.
Los indicadores de ocupación apuntan a la necesidad de mejorar la calidad de los puestos de trabajo que se generan en la economía.
En el segundo trimestre del año, la población subocupada, que concentra a todas aquellas “personas de 15 y más años de edad que tienen la necesidad y disponibilidad de ofertar más horas de trabajo de lo que su ocupación actual les permite” representó 7.6 por ciento de la población ocupada, su nivel más alto en los últimos once trimestres.
En términos absolutos el total de personas ocupadas en esta condición ascendió a 4 millones 247 mil 767, superó en 419 mil 707 personas su nivel del año pasado.
El sector privado apuntó que la subocupación se puede considerar como un segundo indicador de los puestos de trabajo que requiere el país.
“Bajo este enfoque, se podría decir que el país requiere empleo de calidad para un total de 6 millones 262 mil 263 personas (suma de desocupación y subocupación), cifra mayor en 576 mil 043 a la del mismo periodo del año pasado.
El CEESP indicó que aunque los niveles de ocupación aumentaron, cabe señalar que su ritmo de avance se ha reducido en los últimos tres trimestres, de manera congruente con el debilitamiento de la actividad económica que se ha observado.
La desaceleración económica dificulta la posibilidad de conseguir un empleo, independientemente de si es formal o no, lo que ha llevado a un número importante de personas a desistir de la búsqueda de un empleo por considerar que no tienen oportunidad para ello, pero aún expresan interés en trabajar. Este grupo de gente se clasifica como “disponibles” dentro de la población no económicamente activa.
Las cifras del INEGI indican que en este estatus se encuentran 5 millones 658 mil 651 personas, cifra inferior en 90 mil 157 en comparación con el año pasado, pero que no deja de reflejar una aspiración legítima que de concretarse fortalecería la generación de empleos formales de calidad y la actividad productiva del país.
Al sumar estas cifras (desocupación, subocupación y disponibilidad) se obtiene lo que se define como brecha laboral, que da una idea del total de puestos de trabajo de tiempo completo y de calidad que serían deseables para el bienestar de la población.
“Bajo este concepto, al segundo trimestre del presente año la economía mexicana requeriría un total de 11,920,914 empleos adicionales” destacó el CEESP.
Las cifras indican que los empleos que se generan se concentran en los niveles salariales más bajos, agudizando la precariedad del mercado laboral y con bajo impacto en la dinámica del consumo.
La precariedad del mercado laboral es congruente con el estancamiento o menor dinamismo de la actividad económica y puede incluso limitar un mayor ritmo de crecimiento del país.
“Tal parece que las obras anunciadas y las transferencias de recursos a través de programas sociales para estimular el consumo de los hogares no han tenido el efecto esperado”.
Para el año siguiente se anticipa que la economía se mantenga en atonía y logre un avance apenas por arriba de 1.0 por ciento, evidentemente muy lejos de las expectativas que se tenían de lograr un avance superior al 3.0 por ciento.
El CEESP señaló que la principal limitante de no crecer más en los próximos años es la falta de estímulos a la inversión productiva, tanto pública como privada para la generación de empleos y de calidad.