Los ingresos del sector público se basan en un marco optimista, y esto puede afectar el crecimiento y la salud de las finanzas públicas ante la desaceleración y un menor gasto público productivo, advirtió el sector privado.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) señaló que desde el 2015 se tiene presente la tendencia de un crecimiento económico descendente por cuestiones externas e internas.
“Se relaciona con la incertidumbre generada, en parte, por las tensiones geopolíticas y la desaceleración de los países avanzados, en cuanto a la que no se puede hacer nada desde México, y en parte por la preocupación acerca de varias decisiones de política interna que las autoridades han tomado”.
A lo que hay que agregar el ambiente de inseguridad, impunidad y ausencia de estado de derecho que deja en la indefensión a empresas y personas.
Hacia el 2020, la aprobación reciente de la Ley de Ingresos se basa en un marco macroeconómico un tanto optimista. Se prevé un crecimiento puntual de 2 por ciento, cuando la mayoría de los especialistas coinciden en un avance de sólo 1.3 por ciento.
Además, la plataforma de exportación de petróleo se estima, para propósitos de dicha ley, en 1.134 millones de barriles diarios, lo que también puede ser demasiado optimista.
“El riesgo de sobre estimación de los ingresos es que se coartaría la posibilidad y capacidad del sector público para mantener simultáneamente la salud de las finanzas públicas y sus programas sociales y que se utilice en su mayoría o incluso en su totalidad el fondo de estabilización de los ingresos petroleros”, precisó el CEESP.
Las finanzas públicas conservan su salud, pero la debilidad de las fuentes de ingresos y el constante recorte del gasto público ponen en riesgo su sostenibilidad y los objetivos, por lo tanto, planteados al menos para el mediano plazo.
Advirtió que de no corregirse sus debilidades estructurales, el presupuesto público en algún momento enfrentará serios dilemas.
Un gasto reprimido que ayuda a mantener la salud fiscal pero que inhibe el crecimiento, reduce los ingresos públicos y afecta la inversión física y los programas sociales.
La flexibilización del gasto público podría aliviar algunas tensiones, pero elevaría la deuda pública.
Y un mayor gasto en inversión pública ayudaría al crecimiento y alentaría la inversión privada, pero implicaría o mayor déficit y deuda públicos o menor gasto social.
“En este contexto, para detonar el crecimiento y aliviar la pobreza, es indispensable estimular la inversión privada mediante un ambiente de negocios apropiado, incluyendo mayor coherencia en las políticas públicas y un discurso oficial más propicio”, enfatizó el organismo del sector privado.
Destacó que se debe facilitar la inversión en infraestructura del sector privado mediante la remoción de obstáculos en los tres niveles de gobierno que enfrenta un buen número de proyectos con gran potencial, sería una excelente señal. Pero, particularmente, es fundamental recuperar la certidumbre y la confianza para los inversionistas.