En un pueblo de México había una tortillería, una tienda de abarrotes, un agricultor, una tienda de ropa y un taxista. El agricultor producía y vendía a la tienda de abarrotes y a la tortillería, la tortillería vendía su producto a las personas que pasaban por ahí, y también vendía a la tienda de abarrotes.
Todos los negocios daban trabajo a los pobladores y el pueblo en general se beneficiaba de las transacciones porque todos podían vender lo que producían y comprar lo que necesitaban.
Al llegar el coronavirus todo se detuvo. La tienda de ropa tuvo que cerrar, pero debió seguir pagando a sus trabajadores, lo cual logró hacer con sus ahorros y con un crédito que el gobierno le otorgó.
Algunos de los pobladores cayeron enfermos y tuvieron que incurrir en gastos que antes no tenían.
Los vecinos de los enfermos se asustaron y al ver que podían caer en la misma situación dejaron de comprar ropa, para guardar dinero por si lo necesitaban más adelante. Así, la tienda de ropa tuvo menores ingresos y despidió a algunos empleados, pues ya no le alcanzaba para pagarles a todos.
Además, estaba el crédito que tenía que pagar y debía ser cuidadoso, pues todo parecía indicar que la enfermedad seguiría afectando la situación.
Las personas desempleadas utilizaron sus ahorros para comprar sólo lo mínimo necesario en la tienda de abarrotes.
Los amigos de las personas recién desempleadas se tornaron más cautelosos, pues no sólo era la enfermedad lo que representaba una amenaza, sino también la posibilidad de perder su fuente de ingresos.
Las personas empezaron a ir a pie, en lugar de viajar en taxi; compraron sólo lo indispensable en la tienda de abarrotes y dejaron de gastar en ropa. Con eso, la tienda de ropa tuvo que cerrar sus puertas, despidiendo a todo el personal.
Por su parte, el taxista decidió quedarse en su casa, pues no había gente en la calle y salir a buscar trabajo podría resultarle en un gasto que no podía costearse.
La historia contada aquí contada es real. No sólo ocurrió en un pueblo de México, sino en todo el mundo con el coronavirus.
El flujo circular de transacciones entre personas (y empresas) se detuvo por el Covid-19, y luego al reanudarse, perdió ritmo y sincronización, debido a la falta de confianza y ante la amenaza de la enfermedad y la baja de ingresos.
En el caso particular de México provocó que el PIB del segundo trimestre mostrara una contracción de 17.26 por ciento respecto al PIB del primer trimestre del año, es decir, el flujo circular de producción de bienes y servicios finales realizados dentro del territorio mexicano fue 17.26 por ciento menor al que se tuvo en el período Enero a Marzo y si la comparación se hace con el segundo trimestre del año anterior la caída resulta en 18.92 por ciento.
Esa interrupción en el flujo ocasionó la salida de 12 millones de personas del mercado laboral y la quiebra de empresas; dañó la confianza que se tiene sobre la economía, pues nunca antes se había observado una caída trimestral tan grande en México.
Para el tercer trimestre se espera que la economía muestre un crecimiento trimestral alrededor del 9 por ciento, que en el contexto del cuento sería algo así como que el taxista vuelve a trabajar, pero la tienda de ropa sigue cerrada y en la tienda de abarrotes contratan sólo medio tiempo a uno de los trabajadores, es decir, la recuperación no implica que la crisis terminó, sino solo un efecto rebote ante la gran caída del trimestre.
En el año se espera que en promedio el PIB de México caiga 9.5 por ciento respecto al 2019 y que el flujo inicial del cuento de la tortillería, la tienda de abarrotes, el agricultor, la tienda de ropa y el taxista se recupere hasta dentro de varios años.
Gabriela Siller Pagaza
Banco BASE