Las proyecciones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2019 y 2020 en México se revisaron a la baja (al 2.1% y al 2,2%, respectivamente), a causa del menor impulso de crecimiento en 2018; de la incertidumbre respecto de las políticas económicas del nuevo Gobierno, y de las condiciones monetarias y financieras, más restrictivas de lo esperado, advirtió el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Alejandro Werner, Director del Departamento del Hemisferio Occidental de ese organismo, añadió que la firme ejecución del prudente presupuesto de 2019, que apunta a mantener el superávit primario en 1.0% por ciento del PIB, será crucial para demostrar el compromiso del nuevo Gobierno con la responsabilidad fiscal y la reducción sostenida del coeficiente de deuda pública.

Asimismo destacó que la interrupción del proyecto de construcción de un aeropuerto, y cierto retroceso en algunas reformas de los sectores de la energía y la educación, potenciaron la incertidumbre respecto de las políticas económicas en el país.

“El avance de las reformas estructurales, muy necesarias, podría impulsar el crecimiento potencial a mediano plazo”, añadió.

Además advirtió que la confianza de las empresas en México se podría ver socavada si se el rol del sector público se expande en la economía; si la posición fiscal de deteriora, o si surgen dificultades con respecto al nuevo acuerdo comercial con EU y Canadá (T-MEC).

En su estudio “América Latina y el Caribe en 2019: Una expansión moderada”, Werner Wainfeld subrayó que existen varios riesgos que podrían afectar en mayor medida las perspectivas de esta región.

“Entre los riesgos internos cabe mencionar una menor confianza por la incertidumbre en la implementación de las políticas económicas en Brasil y México, así como la incertidumbre relacionada con las elecciones en Argentina”, indicó.

América Latina y el Caribe (ALC)

El funcionario del FMI manifestó que la actividad económica en América Latina sigue en aumento, pero a un ritmo más lento que el que se anticipara originalmente.

Señaló que el debilitamiento de la economía mundial y el aumento de la incertidumbre en la implementación de las políticas económicas, contribuyen a que se esté moderando el impulso del crecimiento en esta zona.

A nivel general, se espera que la región crezca un 2.0% en 2019 y un 2.5% en 2020: tasas muy inferiores a las de sus pares de otras regiones.

Explicó que el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, y la caída de precios de las materias primas que generaron las tensiones comerciales entre Estados Unidos (EU) y China, contribuyeron a que el crecimiento se desacelerara en la región.

Dijo que además la política monetaria se contrajo en algunas economías a fin de contener las presiones inflacionarias relacionadas en parte con la depreciación de la moneda, atenuando aún más el crecimiento.

En términos de política fiscal —que también pasó a ser menos expansiva—, indicó que aproximadamente la mitad de las economías de la región redujeron sus déficits primarios como porcentaje del PIB en 2018.

“Sin embargo, esto no fue suficiente para ubicar la deuda pública en una trayectoria descendente, con excepción de Argentina”.

Incertidumbre en implementación de políticas económicas empaña las perspectivas

Por otra parte, Alejandro Werner señaló que tras una serie de elecciones sumamente anticipadas en América Latina, la incertidumbre en la implementación de las políticas económicas en algunas de las economías más grandes de la región aumentó, situación que afecta a las perspectivas.

“Por ejemplo, en México, la interrupción del proyecto de construcción de un aeropuerto y cierto retroceso en algunas reformas de los sectores de la energía y la educación potenciaron la incertidumbre respecto de las políticas económicas en el país.

“En Brasil, la fragmentación del Congreso podría crear obstáculos para la ejecución del ambicioso programa de reforma estructural, consolidación fiscal y reforma de las pensiones.

“De continuar, la incertidumbre política podría desalentar las inversiones en el futuro y socavar las perspectivas de crecimiento de la región”, advirtió.

Riesgos: Mundiales e internos

Asimismo subrayó que existen varios riesgos que podrían afectar en mayor medida las perspectivas de América Latina y el Caribe (ALC).

“Por ejemplo, un aumento de las tensiones comerciales entre China y EU, o una desaceleración en algunas economías importantes, podrían determinar un menor crecimiento del comercio en la región.

“Además, a su vez ALC se vería perjudicada si las condiciones financieras mundiales se endurecen más, lo que incluye aumentos repentinos de la volatilidad financiera mundial, un incremento de las tasas de interés de EU y una apreciación del dólar estadunidense”.

Asimismo mencionó que un incremento de la volatilidad en los mercados mundiales podría generar una reducción de los flujos de capitales hacia la región, lo que podría afectar el potencial de inversiones.

 

“Entre los riesgos internos cabe mencionar una menor confianza por la incertidumbre en la implementación de las políticas económicas en Brasil y México, así como la incertidumbre relacionada con las elecciones en Argentina. En Brasil, la confianza del mercado podría deteriorarse en caso de que no avancen la reforma de las pensiones o la consolidación fiscal.

“La confianza de las empresas en México podría verse socavada si se expande el rol del sector público en la economía; si se deteriora la posición fiscal, o si surgen dificultades con respecto al nuevo acuerdo comercial con EU y Canadá. En Argentina, las elecciones generales que se realizarán en 2019 podrían reducir el apetito de reforma”, añadió.

Políticas para respaldar la expansión

Por otra parte indicó que a medida que la economía mundial se desacelera, se cierra la ventana de oportunidades, ya de por sí estrecha, para que la región complete las reformas, es decir, para que finalice la reparación del tejado”.

Ante ello consideró que es preciso que la reducción de la deuda y del déficit siga adelante en varios países, a fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda.

Dijo que esas políticas debieran minimizar los efectos adversos sobre la actividad económica y la pobreza, por ejemplo, mediante la protección de la inversión en infraestructura y del gasto social bien focalizado, sin dejar de recortar el gasto no prioritario.

“Además es necesario que la política monetaria gestione la disyuntiva entre respaldar el crecimiento y mantener las expectativas de inflación bien ancladas en un contexto de depreciación de la moneda y de volatilidad de precios de las materias primas. Mantener la flexibilidad del tipo de cambio es fundamental para resistir los shocks”, alertó.

América del Sur

Werner detalló que en Argentina, la economía entró en recesión en 2018, y agregó que una sequía severa redujo significativamente el producto y las exportaciones agrícolas, además de que la importante depreciación del peso registrada a mediados de 2018 impulsó la inflación, situación que afectó el ingreso disponible y la confianza de los inversionistas.

Refirió que el plan de estabilización del Gobierno, basado en políticas monetarias y fiscales revisadas y fortalecidas, ayudó a atenuar las turbulencias financieras y a estabilizar el tipo de cambio.

“La inflación y las expectativas de inflación se encuentran en una tendencia descendente desde Octubre, y todo indica que seguirían disminuyendo lentamente en 2019.

“Esto permitiría una reducción gradual de la tasa de interés que, combinada con un aumento del salario real y de las exportaciones, generaría una recuperación de la actividad económica a partir del segundo trimestre de 2019”, añadió.

En cuanto a Brasil, indicó que ahí se proyecta que el crecimiento supere el 2.0% en 2019-20, por primera vez desde 2013.

Subrayó que el programa de reforma favorable a los mercados del nuevo Gobierno ayudó a impulsar la confianza de las empresas y a mejorar las perspectivas de crecimiento a corto plazo.

“Las prioridades clave en términos de políticas son la reforma de las pensiones y la reducción del déficit presupuestario, a fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda pública”.

Por otra parte señaló que el crecimiento en Chile se mantendrá en niveles sólidos en 2019-20, gracias a la solidez del consumo privado y al dinamismo de la inversión.

“Se prevé que la normalización de la política monetaria que comenzó en Octubre de 2018 avance gradualmente, y también se proyecta una reducción moderada del déficit estructural, orientada por las metas fiscales anunciadas.

“La ejecución del programa de reforma estructural de las autoridades resultaría en perspectivas de crecimiento más favorables”, destacó.

Con relación a Colombia indicó que se prevé que el crecimiento económico aumente, impulsado por el continuo respaldo de la política monetaria; el gasto de los Gobiernos subnacionales en un año de elecciones; la ejecución del programa de infraestructura 4G, y el impacto positivo de los cambios recientes de la política tributaria en materia de inversión.

En este contexto, se estima que la Ley de Financiamiento aprobada en Diciembre, –que comprende una reforma tributaria que mejoraría la recaudación, y que incluye aumentos del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y de los impuestos sobre el consumo y la renta personal–, ayude a cumplir con la meta fiscal para 2019.

“Sin embargo, la menor carga tributaria empresarial, si bien podría impulsar la inversión y el crecimiento, podría generar una menor recaudación a partir de 2020”, advirtió.

Asimismo, el funcionario señaló que la economía de Perú se habría expandió casi un 4.0% en 2018, respaldada por el aumento de precios de las materias primas y las políticas fiscales y monetarias anticíclicas.

“Se proyecta que el crecimiento se mantenga cerca del 4.0% en 2019-20, ya que la solidez de la demanda interna privada compensaría la consolidación fiscal gradual”, subrayó.

Por lo que respecta a Venezuela, indicó que además de que continúa la crisis económica y humanitaria, se proyecta que el PIB real caiga más en 2019, lo que ubicaría la caída acumulada desde 2013 en más del 50.0% (causada por el desplome de la producción de petróleo y el deterioro de las condiciones del sector no petrolero).

“También se proyecta que la hiperinflación y la emigración se intensifiquen en 2019. La evolución de los acontecimientos políticos agrega otro nivel de incertidumbre a las perspectivas del país”.

México, América Central y el Caribe

Werner enfatizó que en Méxicolas perspectivas siguen afectadas por la incertidumbre.

Reiteró que las proyecciones de crecimiento para 2019 y 2020 se revisaron a la baja a causa del menor impulso de crecimiento en 2018, la incertidumbre respecto de las políticas económicas del nuevo Gobierno y las condiciones monetarias y financieras, más restrictivas de lo esperado.

Insistió en que la firme ejecución del prudente presupuesto de 2019, que apunta a mantener el superávit primario en 1.0% por ciento del PIB, será crucial para demostrar el compromiso del nuevo Gobierno con la responsabilidad fiscal y la reducción sostenida del coeficiente de deuda pública.

En cuanto a América Central y la República Dominicana, señaló que se espera que la actividad económica repunte en 2019-20, aunque a un ritmo más lento que el que se anticipara originalmente.

Precisó que las principales revisiones corresponden a Costa Rica, donde en Diciembre se aprobó un proyecto de ley de reforma fiscal, y agregó que si bien se trata de un paso crítico a favor de la recuperación de la sostenibilidad fiscal, reducirá el crecimiento a corto plazo.

Con respecto a Nicaragua, manifestó que el descontento social y la incertidumbre política también socavaron las perspectivas de crecimiento.

Por último, indicó que en el Caribe se mantienen las proyecciones de un repunte de la actividad económica en 2019-20, como consecuencia del sólido nivel de turismo proveniente de EU, el trabajo de reconstrucción tras los devastadores huracanes de 2017 en algunos países que dependen del turismo, y la mayor producción de materias primas en algunos países exportadores de estos productos.