La desigualdad es ineficiente; se reproduce y permea el sistema productivo, mientras que por el contrario, la igualdad no es solo un principio ético ineludible, sino también una variable explicativa de la eficiencia del sistema económico a largo plazo afirmó Alicia Bárcena.

La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), enfatizó durante la reunión del Foro Económico Mundial 2019 que culminó hoy en Davos, Suiza, que la igualdad es requisito indispensable para el desarrollo sostenible.

“(…) La CEPAL ha probado con números que sin igualdad, las economías son ineficientes y alcanzan menores niveles de productividad e inversión”, afirmó durante su intervención en la sesión sobre el costo de la desigualdad.

Junto a Alicia Bárcena, participaron en el panel Winnie Byanyima, Directora Ejecutiva de Oxfam Internacional; Shamina Singh, Presidenta del Centro de Crecimiento Inclusivo de Mastercard; Rutger Bregman, historiador y escritor holandés, y Jane Goodall, fundadora del Jane Goodall Institute, mientras que la sesión fue moderada por Edward Felsenthal, Editor en jefe de la revista Time.

En el marco de su presentación, Bárcena añadió que “igualdad, productividad y democracia son bienes complementarios estratégicos y no sustitutos, más aún en un mundo con fuertes tensiones económicas, políticas y ambientales”.

Recordó que en el informe “La ineficiencia de la desigualdad”, publicado en mayo de 2018, la CEPAL confirma que la desigualdad obstaculiza el incremento de las capacidades de consumo de la población de menores recursos y, por tanto, de demanda de bienes y servicios, restando dinamismo a las economías.

“La desigualdad también se transforma en semilla de descontento e inestabilidad social y política, que en definitiva también afectan a la economía de los países”, advirtió.

Alicia Bárcena precisó que la existencia de una correlación inversa entre productividad y desigualdad, en la que bajos niveles de participación salarial en el ingreso se asocian a menores tasas de inversión, es una de las evidencias de que la desigualdad obstaculiza el desarrollo.

“Otra evidencia es la desigual distribución de la riqueza, que en América Latina y el Caribe alcanza cifras preocupantes”.

Como ejemplo de esto último citó los casos de Chile, México y Uruguay, países donde la concentración de la riqueza beneficia al 20% de la población, en los dos primeros casos, y al 30%, en el último.

La alta funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destacó que el gasto social, así como las políticas tendientes a combatir la evasión y la elusión fiscal, que anualmente le cuestan a la región 320 mil millones de dólares, son instrumentos efectivos para la redistribución de la riqueza.

“La igualdad y la desigualdad están asociadas a la élite y a la cultura de los privilegios; es decir, están relacionadas con aquellos que están exentos o que eluden impuestos; aquellos que pueden eludir la ley. Eso naturaliza la desigualdad”, advirtió.

Asimismo, y al enfatizar que debemos tener compasión, solidaridad e igualdad, subrayó la urgencia de cambiar el paradigma de desarrollo transitando hacia patrones de producción y consumo sostenibles, “con trabajo decente y titularidad de derechos, tal como propone la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.