El mercado laboral presenta deficiencias en el nivel salarial, disminución en 64 por ciento de los estados en el poder adquisitivo, así como menores oportunidades para quienes tienen mayor preparación académica, destacó el sector privado.

El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) enfatizó que a a pesar de que el desempleo en el país tiene un comportamiento sobresaliente al reportar al cuarto trimestre un 3.3 por ciento, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2017, el porcentaje más bajo desde el segundo trimestre del 2007.

Esto podría considerarse como una situación de pleno empleo. Asimismo, la población subocupada, que se refiere la población ocupada que tiene la necesidad y disponibilidad de ofertar más tiempo de trabajo de lo que su ocupación actual le demanda sumó 3.6 millones de personas, lo que representó el 6.8 por ciento del total de la ocupación, su tasa más baja desde el tercer trimestre del 2006.​

Incluso la brecha laboral, que se puede considerar como el número real de ocupaciones de tiempo completo que requiere la economía, continuó en descenso. Este indicador, que integra a la población desocupada, la subocupada y la no económicamente activa disponible, representó el 18.4 por ciento de la fuerza laboral disponible, su tasa más baja desde 2008.​

A pesar de que la ENOE reporta que la ocupación total del país se incrementó en 742.2 mil nuevos puestos de trabajo, esta cifra no es tan pronunciada como el aumento de 802 mil empleos formales que reportó el IMSS.

Pero los salarios ofrecidos se mantuvieron en niveles bajos, las cifras indican que, del total del aumento en la ocupación, 1 millón 117 mil personas lograron conseguir un empleo con hasta dos salarios mínimos, mientras que la ocupación en los rangos salariales superiores a dos salarios mínimos se redujo en 1 millón 627 mil empleos.

Además, apuntó el CEESP que un aspecto que genera incertidumbre es el rubro de ocupados con ingresos no especificados, el cual aumentó en 1 millón 281 mil personas, de tal forma que su universo se elevó a 7 millones 645 mil ocupados, poco más de tres veces el total de ocupados que ganan más de cinco salarios mínimos.​

Bajo este panorama se presentó el repunte de la inflación que propició una pérdida del poder adquisitivo, lo que se tradujo en mayores niveles de pobreza y desigualdad en nuestro país.​

De acuerdo con las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la PolÍtica de Desarrollo Social (Coneval), en el último trimestre del 2017 el poder adquisitivo del ingreso real registró una disminución de 2.5 por ciento respecto al mismo lapso del año previo, después de dos años consecutivos con una recuperación. ​

Esto llevó a que el porcentaje de la población con ingreso laboral insuficiente para adquirir la canasta alimentaria aumentara de un porcentaje de 40 por ciento en el cuarto trimestre del 2016 a 41 por ciento en el mismo lapso del 2017.

“Preocupa que esta situación se haya replicado en gran parte del país ya que en 20 de las 32 entidades federativas aumentó el porcentaje de la población con ingreso laboral insuficiente para adquirir la canasta alimentaria, especialmente en Hidalgo donde el porcentaje pasó de 41.5 por ciento a 50.1 por ciento en el lapso referido. En la ciudad de México pasó de 31.1 por ciento a 37.9 por ciento y en Tabasco de 42.8 por ciento a 48.7 por ciento”.​

La concentración de la población ocupada en los niveles salariales más bajos, el hecho de casi el 63 por ciento de la población ocupada no tiene acceso a servicios de salud, y que más de la cuarta parte de ocupados tienen jornadas laborales superiores a 48 horas a la semana, son signos de un mercado laboral con deficiencias.​

Además, se observa que, si bien la tasa de desocupación se ha reducido significativamente, se debe tener en cuenta que cerca de la mitad de los desocupados se concentra en el rubro de personas con niveles de instrucción más altos (medio superior y superior), mientras que el menor porcentaje de desempleo se reporta entre quienes tienen menores niveles de instrucción (primaria incompleta).​

El CEESP señaló que es fundamental que los incentivos estén alineados con las necesidades técnicas de la actividad económica y de las nuevas generaciones.

La pérdida de talento se puede convertir en un factor que inhiba el ritmo de crecimiento y en un aumento de la mediocridad del nivel de vida de los hogares, advirtió el sector privado.​

Por Miguel Ramirez

Nacido en la CDMX, egresado de la FCP y S de la UNAM. Inicie en 1992 en periodismo tecnológico y después migré a la parte económica y financiera. Aficionado a la NFL y vaquero de corazón. Otros deportes son el Basquet (Knicks), Tenis; fut de Champions League...