La solución a una imposición injusta de aranceles adicionales a las exportaciones de México hacia su principal destino comercial: Estados Unidos, demostró nuevamente el poder de la principal economía del mundo, a pesar de las reglas internacionales y acuerdos comerciales existentes.
No importó que se tiene un acuerdo de reglas comerciales en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), vigente desde la segunda década de los 90´s y un sistema internacional en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La postura del gobierno mexicano desde un principio fue negociar de manera bilateral para evitar la injusticia de Trump de aranceles de un 5 por ciento hasta un 25 por ciento a todas las exportaciones mexicanas, la que hubiera tenido un costo de 38 mil millones de dólares en lo que resta del año.
El presidente López Obrador y su gabinete señalaron que no querían una guerra comercial con Estados Unidos y que buscarían una negociación que permitiera resolver el descontento de Trump sobre cómo se atiende el problema de migración en México (dicho sea de paso, deja mucho que desear en México y los países de origen de los migrantes).
La política de migración de México desde hace muchos años ha estado en el ojo del huracán por los abusos en contra de los derechos humanos y la eficacia para detener a los migrantes que transitan por el país.
México debería de actuar motu proprio para resolver realmente los problemas y no por presiones internacionales como lo ha hecho en la presente administración y en las pasadas, para así quedar con una palomita de cumplimiento, pero no de satisfacción en la resolución de problemas.
En fin, México deberá elevar en 5 mil efectivos más las posiciones en la frontera sur de acuerdo con los convenido con la administración Trump, lo que genera un aumento de costos para el gobierno porque no podrá descobijar zonas para incrementar la seguridad en la zona fronteriza del sur.
En la resolución de este conflicto sólo restó que México exigiera puntualizar cuando Estados Unidos invertirá en este compromiso los 10 mil millones de dólares en el sur de México y Centroamérica para realizar productos productivos para aliviar la migración hacia el sueño americano y así llegar a la famosa zona de prosperidad.