Si bien la economía mundial ha tenido una buena racha de sólido crecimiento según niveles históricos, ahora enfrenta un período en el que se están materializando riesgos significativos y aparecen oscuros nubarrones en el horizonte, advirtió la Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.

Al señalar que mientras los líderes del Grupo de los Veinte (G-20) tendrán su XIII Reunión Cumbre los días 30 de Noviembre y 1 de Diciembre en Buenos Aires, Argentina la economía mundial atraviesa una encrucijada, Lagarde añadió que los últimos datos económicos han sido decepcionantes, “pero no debemos titubear”.

Dijo que lo que se debe hacer es un planteamiento de metas de gran alcance, como por ejemplo la implementación de un conjunto de múltiples reformas que podrían sumar otro 4% al Producto Interno Bruto (PIB) de los países del G-20, pero advirtió que “el éxito ahora depende de que actuemos con rapidez, y de forma conjunta”.

Tras recordar que en las “Perspectivas de la economía mundial” (informe WEO, por sus siglas en inglés), publicado en Octubre pasado por el FMI, se pronosticó un crecimiento mundial de 3.7% para 2018 y 2019, Lagarde subrayó que estas estimaciones representaron una rebaja de 0.2 puntos porcentuales respecto de las formuladas en Julio previo.

Detalló que ello obedeció en gran medida a las crecientes presiones externas y financieras sobre los mercados emergentes, y a un tangible incremento de las tensiones comerciales.

Dijo que los datos recientes indican que “esos vientos en contra pueden haber moderado la dinámica de crecimiento aún más de lo que habíamos previsto”.

Como ejemplo citó que en el tercer trimestre del año, el crecimiento ha sido sorprendentemente bajo en economías de mercados emergentes, como China, y en la zona del euro, y advirtió que una falta de acuerdo sobre el Brexit, podría mellar aún más la confianza.

Asimismo manifestó que en el mediano plazo, y en particular en las economías avanzadas, el FMI prevé una moderación del crecimiento, debido a factores demográficos adversos y a una lenta productividad.

“Esta perspectiva incluye a Estados Unidos (EU), una vez que llegue a su fin el reciente proceso de estímulo fiscal”.

Destacó que adicionalmente, demasiados países registran un excesivo nivel de desigualdad que perjudica a numerosas personas, y que también podría socavar el apoyo público a las reformas orientadas a fomentar la productividad.

Prioridades para enfrentar la situación

Tras cuestionarse qué se puede hacer para abordar estos retos, Lagarde abordó tres prioridades:

Como número uno indicó que es necesario reforzar las defensas, y que en ello, las autoridades pueden empezar por crear más espacio de maniobra fiscal, (margen de maniobra), para disponer de los recursos necesarios para dar más respaldo a la economía en caso de que el crecimiento se debilitara considerablemente.

“Ello implica emprender ya una consolidación fiscal significativa, especialmente en los países altamente endeudados, como Italia y varias economías emergentes”, enfatizó.

Agregó que en términos de política monetaria, el proceso de normalización de las tasas de interés que está en curso en muchas economías avanzadas debería seguir avanzando, pero por un sendero gradual; debidamente comunicado, y basado en datos.

“Esto no solo favorecería los intereses propios de esas economías, sino que también contribuiría a evitar una innecesaria turbulencia en las demás economías”, enfatizó.

Dijo que lo bueno es que la normalización de la política monetaria es una señal de un crecimiento relativamente fuerte en las economías avanzadas, pero recordó que, sin embargo, en los últimos meses, el endurecimiento monetario –sumado a un incremento de las tensiones comerciales–, ha intensificado las presiones externas para algunas economías emergentes.

En cuanto a cómo pueden estas economías responder ante tal situación, anotó que los países con metas de inflación adecuadamente ancladas deberían recurrir a la flexibilidad del tipo de cambio para mitigar las presiones externas.

Además añadió que cuando dichas presiones amenacen con generar perturbaciones, también podrían aplicarse medidas de gestión de los flujos de capital, como parte de un programa más amplio de políticas.

Como segunda prioridad señaló que es necesario trabajar en equipo, para ganar.

“Sabemos que las crecientes barreras al comercio terminan siendo contraproducentes para todos los involucrados. Por lo tanto, es imprescindible que todos los países eviten imponer nuevas barreras comerciales, y que además revoquen los aranceles recientemente impuestos”.

Destacó que a nivel global tenemos una oportunidad excepcional para mejorar el sistema de comercio mundial, y que de acuerdo con estudios realizados por el propio FMI, la liberalización del comercio de servicios podría sumar alrededor de 0.5%, o 350 mil millones de dólares, al PIB del G-20, en el largo plazo.

Además, la adopción de acciones concertadas por parte de los diversos países puede fortalecer sus propias economías; reducir los desequilibrios mundiales y estimular la economía mundial.

Dijo que Alemania, por ejemplo, podría utilizar el espacio fiscal disponible para fortalecer su potencial de crecimiento aumentando la inversión e incentivando la participación en la fuerza laboral; que EU podría ayudar reduciendo su déficit fiscal, y que China podría contribuir siguiendo adelante con su reequilibramiento económico.

Asimismo, Lagarde enfatizó que tras una década de condiciones financieras relativamente favorables, muchos países también deben hacer frente a niveles de endeudamiento sin precedentes, ya que, en total, y de acuerdo a estimaciones del FMI, asciende a 182 billones de dólares a nivel mundial, y agregó que también es imprescindible hacer más transparente la información sobre la magnitud y las condiciones del endeudamiento, especialmente en los países de bajo ingreso.

“En términos más generales, los riesgos del sector financiero exigen actuar, entre otras formas, evitando un retroceso de los avances logrados tras la crisis en materia de regulación del sector financiero”, subrayó.

En cuanto a la tercera prioridad, mencionó que se debe acelerar el ritmo (de crecimiento).

Dijo que el tema de la presidencia argentina del G-20 –Construyendo consenso para un desarrollo equitativo y sostenible–, es una prioridad crucial, pero que hoy por hoy, el avance es demasiado lento y hay que ver cómo se puede acelerar.

Al respecto indicó que la mayoría de las economías avanzadas del G-20 podrían beneficiarse si relajaran las restricciones del mercado de productos para estimular la innovación y reducir los precios.

Anotó que facilitar el acceso a los servicios profesionales sería especialmente importante, por ejemplo en Japón y en muchos países de la zona del euro, y subrayó que dar mayor respaldo a la investigación sería vital en Alemania, Canadá y el Reino Unido, entre otras economías.

Adicionalmente, la mayoría de los países emergentes del G-20 también se beneficiarían mediante reformas de sus mercados de productos y de trabajo.

“A economías como Brasil, China, India y Rusia les sería conveniente dejar de aplicar impuestos distorsivos”, enfatizó.

Asimismo manifestó que virtualmente, en todas partes una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral no solo impulsaría el crecimiento, sino que también contribuiría a forjar sociedades más equitativas e inclusivas.

“Estas son solo algunas de las medidas que, de ser implementadas en forma conjunta, podrían, según nuestros cálculos, aumentar el PIB del G-20 en un 4.0%”, insistió.

Christine Lagarde puntualizó que en los 10 años que han transcurrido desde la primera Cumbre de los Líderes del G-20, los esfuerzos realizados por el grupo han sido cruciales para contribuir a la recuperación de la economía mundial.

“Sin embargo, están reapareciendo ahora oscuros nubarrones en el horizonte. Encarar este desafío supone implementar políticas que tengan sentido tanto a nivel nacional como internacional.

“También supone fortalecer la red mundial de protección financiera, con un FMI debidamente dotado de instrumentos y recursos para garantizar que la institución cumpla su función de ayudar a los países a prevenir y abordar crisis futuras. Hagamos de la reunión del G-20 en Buenos Aires una ocasión para actuar sin demora y de forma conjunta”, concluyó.