Luego de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo sus pronósticos de crecimiento real para México en 2019 y 2020 a 2.1% y 2.2%, respectivamente, –desde niveles de 2.5% y 2.7% previstos en Octubre del año pasado–, Moody’s advirtió que estas dinámicas de crecimiento son negativas para nuestro país, porque agregan presión al desempeño fiscal a corto plazo.

“Si el crecimiento realmente cae por debajo del 2%, lo cual es cada vez más probable, esto agregará presión a un presupuesto ya ajustado este año”, alertó.

Destacó que a pesar de que esperan que la inversión privada proporcione solo un aumento de crecimiento limitado el próximo año, la inversión del Gobierno en proyectos de refinerías de petróleo y ferrocarriles ya planificados, junto con un aumento del gasto social, podría generar un crecimiento modestamente mayor en 2020.

“El aumento del gasto en pensiones y las transferencias sociales revitalizarán el consumo el próximo año. Sin embargo, como es probable que un mayor gasto del Gobierno ejerza una presión adicional en sus cuentas fiscales, el perfil crediticio de México podría deteriorarse”, advirtió.

Dijo que un menor crecimiento pondrá a prueba la capacidad del Gobierno para cumplir con los objetivos presupuestarios relativamente austeros para 2019, mientras que el crecimiento impulsado por el gasto público a partir de 2020 generará un déficit público más amplio –los déficits sectoriales—.

Asimismo señaló que la revisión a la baja de la proyección de crecimiento para México por parte del FMI está en línea con una disminución general de las expectativas económicas para nuestro país en 2019 y 2020, compartidas por la gran mayoría de los participantes del mercado, –incluyendo a Moody’s–, “debido a una fuerte contracción de la inversión privada en el cuarto trimestre 2018, que probablemente no se recuperará en 2019”.

Agregó que si bien el crecimiento probablemente se acelerará en 2020, “esto se verá impulsado por un mayor gasto social del Gobierno y la inversión pública, en lugar de una recuperación de la inversión privada”.

Explicó que la inversión negativa y las perspectivas de crecimiento en 2019, siguen a una contracción en la inversión privada que comenzó en agosto de 2018, con la producción industrial y los indicadores de alta frecuencia vinculados a la desaceleración de la inversión hasta finales de año.

“Creemos que esta caída en la inversión privada refleja una menor confianza de los inversionistas en la dirección de la política y las condiciones comerciales generales bajo la nueva Administración que asumió el cargo en Diciembre, luego de la cancelación generalmente imprevista del aeropuerto de la Ciudad de México (Texcoco) a fines del año pasado”, subrayó.

Aunado a lo anterior, enfatizó que un sector manufacturero global menos dinámico, especialmente en Estados Unidos (EU), y altas tasas de contracción en los sectores de la construcción y minería doméstica, principalmente la muy significativa disminución en Petróleos Mexicanos (PEMEX) en cuanto a la producción de petróleo crudo que la nueva Administración se ha comprometido a revertir, limitará aún más el dinamismo de la inversión en 2019.

En este contexto subrayó que si bien el consumo apoyó el crecimiento en 2018, es de esperar que este año disminuya, dado que la inversión no ha repuntado.

“A pesar de las promesas gubernamentales de aumentar la inversión pública y el gasto social, no esperamos que los desembolsos del Gobierno comiencen a aumentar en serio antes de 2020”, advirtió al enfatizar que un presupuesto relativamente austero para 2019, que incorpora un superávit primario del 1% del Producto Interno Bruto (PIB), limitará el gasto este año.

Subrayó que, además, para adaptarse a las nuevas prioridades de política mientras se mantiene una posición fiscal algo restringida, los gastos administrativos, incluido el pago de los funcionarios públicos, se han reducido significativamente en el presupuesto de este año.

“Esto ha provocado una salida de tecnócratas y funcionarios públicos de nivel medio que limitarían la capacidad de la administración para ejecutar los gastos. Por lo tanto, es poco probable que el gasto público sea un importante motor de crecimiento durante la primera parte del año”, anticipó.

En este contexto enfatizó que es importante tener en cuenta que el superávit primario del 1% del PIB previsto en el Presupuesto de 2019 incorpora un crecimiento real del 2% este año.

Si bien está en línea con la última revisión del FMI, dicho crecimiento del 2% se encuentra hoy en el límite superior de las previsiones de crecimiento del consenso del mercado para México este año, que ha caído al 1,8%, desde el 2,2% en Octubre pasado.