Después de las elecciones, y el resultado sea el que quieren o el que se vislumbra por las encuestas y el sentir social, la clase empresarial deberá demostrar que la unidad es lo importante para el bienestar del país.
Los empresarios deberán trabajar con quien resulte electo y reconocido por las instituciones para buscar impulsar mejorar el desempeño económico que tanto se critica, por no superar el promedio de los últimos 30 años, el 2.5 por ciento en promedio, a pesar de las famosas reformas estructurales.
Los inversores contemplan que la realidad económica tardará en despegar a mayores niveles y que dentro de 25 años se notarán los cambios en la sociedad mexicana con mejores niveles de vida e ingresos, por consecuencia.
La clase empresarial, como sostiene, la gran generadora de empleos y crecimiento, deberá tomar este papel y generar lo que dicen: empleos mejor pagados para impulsar la productividad y los trabajadores asistan con el menor disgusto a sus fuentes laborales , ya que existe más crecimiento sin aumento de la productividad, pero con aumento en las horas trabajadas.
En el 2013 las horas trabajadas eran 100 horas y para 2017 crecieron a 107.2 horas, lo que hace suponer que el crecimiento se basa en mas tiempo de trabajo por la población ocupada, de acuerdo con las estadísticas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
La clase trabajadora debe gozar de mejores condiciones salariales para impulsar un mercado interno de calidad y no de sobrevivencia, en el que domina el desplazamiento a productos de menor calidad por su bajo precio.
Después de las elecciones se notará si en verdad les interesa México, en toda la extensión de la palabra, o se piensa en un esquema mezquino en el que sólo importa el desarrollo oligárquico post revolucionario que se vive hasta nuestros días.