La actividad económica se debilita en cada cambio de gobierno, pero con esta nueva administración se agudizó por las nuevas políticas económicas y parece que no serán suficientes para alcanzar el compromiso del 4 por ciento en toda la administración, destacó el sector privado.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) especificó que los principales indicadores macroeconómicos en la primera mitad del año dan muestra de una menor actividad por el cambio de gobierno.
“Sin embargo, en esta ocasión el efecto ha sido particularmente agudo como consecuencia de la elevada incertidumbre generada por diversas políticas económicas que han propiciado mayor cautela en las decisiones de inversión y consumo”.
A finales de Agosto el Inegi informó que, según cifras desestacionalizadas, durante el primer semestre del año la actividad económica por el lado de la oferta de bienes y servicios, el producto interno bruto creció 0.2 por ciento respecto a igual periodo de 2018, su menor incremento desde 2009.
Indicó que se duda que se cumplan las expectativas para lo que resta del año, así como las metas de crecimiento de la administración para todo el sexenio; sobre todo cuando la experiencia reciente refleja una considerable disminución de la inversión y un menor dinamismo del consumo.
“Con base en las cifras del documento de Criterios Generales de Política Económica 2020, se estima que el crecimiento promedio para lo que resta del sexenio (2020-2024) será de 2.4 por ciento, ligeramente menor al 2.5 por ciento promedio de los últimos 25 años”, enfatizó el CEESP.
La inversión causa mayor preocupación, sobre todo en un contexto en el que las expectativas de crecimiento continúan ajustándose a la baja, su caída desde finales del año pasado se agudizó, aparentemente debido a la incertidumbre generada por el cambio de estrategia de las políticas públicas del nuevo gobierno, que avivan el nerviosismo por la falta de reglas claras y congruencia, aunadas a la debilidad del estado de derecho.
Las cifras indican que en el primer semestre la inversión privada se contrajo a un ritmo anual de 3.2 por ciento, con lo que acumuló dos semestres seguidos con cifras negativas.
En particular, en el segundo trimestre del año, la inversión registró una caída de 4 por ciento respecto a igual periodo de 2018.
Un factor fundamental para facilitar el crecimiento es sin duda la asignación suficiente y eficiente de los recursos públicos.
En materia del gasto en consumo de gobierno, que refleja en buena medida la evolución de su gasto corriente, se observa una caída anual de 1.6 por ciento en la primera mitad del año lo que, si bien es congruente con la política de austeridad que ha instrumentado el gobierno federal, también refleja la poca eficiencia en el ejercicio del gasto, destacó el CEESP.
“Parece que las políticas públicas han estado más dirigidas al gasto en consumo del gobierno, que a la generación de un entorno propicio para que las empresas se desarrollen eficientemente”, enfatizó el sector privado.
Un requisito necesario para fortalecer el crecimiento de la economía en el largo plazo es contar con la infraestructura suficiente y de calidad que permita la actividad productiva del país adecuadamente.
Pero la escasez de inversión pública se ha convertido en un factor que inhibe el crecimiento, toda vez que, cuando se compone de proyectos con rentabilidad social, facilita la competitividad y productividad del país, mediante la oferta de infraestructura y su impacto positivo en los niveles de salud, educación, seguridad, y comunicaciones, entre otros factores importantes.
La asignación de recursos públicos en el 2020 se debe realizar de manera que tenga incidencia importante en el ritmo de crecimiento de la economía y de la mejora en el bienestar de las familias, concluyó el CEESP.